viernes, 27 de noviembre de 2015

Sobre la ridiculización de la cultura y los publicistas de los 100 Montaditos

          Como cada vez me hago más viejo, me vuelvo más cascarrabias y me indigno con más facilidad. En general, una de las cosas que más me cabrea es la imbecilidad. ¿Por qué digo esto? Pues porque hace unos meses entré a comprar tabaco en una cafetería de 100 Montaditos y me encontré con el siguiente cartel en el que se ridiculiza a los poetas, proponiendo además (para risera de todos) un sutil juego de palabras relacionado con rimar ciertas palabras. No hace falta ser un lince, para adivinar la palabra que provocará las ocurrencias y las posteriores risotadas de los chistosos de turno. Me cabrea el intento de desprestigiar la cultura, de convertirla en algo de lo que casi avergonzarse, solo propio de pedantes y frikis. Por supuesto, esta intención de convertirnos en borregos incapaces de pensar no creo que sea gratuita; para el poder siempre es más fácil pastorear ovejas que vérselas con individuos capaces de pensar y analizar las cosas por sí mismos. Aun así, como no soy rencoroso, le quiero dedicar este poema de Jaime Gil de Biedma (uno de mis favoritos) a los imbéciles de los publicistas (seguramente ellos se llamarán con un nombre más pomposo en inglés) que diseñaron este cartel:




          HAPPY ENDING:


"Aunque la noche, conmigo,
no la duermas ya,
sólo el azar nos dirá
si es definitivo.

Que aunque el gusto nunca más
vuelve a ser el mismo,
en la vida los olvidos
no suelen durar".
(Jaime Gil de Biedma)

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