domingo, 30 de agosto de 2015

100 años de Ingrid Bergman



          Se cumplen 100 años del nacimiento de Ingrid Bergman, toda una leyenda del cine. Protagonizó películas tan maravillosas como "Luz que agoniza" de George Cukor; "Recuerda" y "Encadenados" de Alfred Hitchcock; "Stromboli, tierra de Dios", "Europa '51" y "Te querré siempre" de Roberto Rossellini; o, ya en su madurez, "Sonata de otoño" de Ingmar Bergman.
          Tras quedar impresionada al ver "Roma, ciudad abierta", escribió una carta a Rossellini, pidiendo conocerle en persona. Así se inició un romance que no fue visto con buenos ojos por la sociedad más conservadora de la época, que no pudo evitar que se casaran y rodaran juntos auténticas joyas del cine europeo.
          Pero, por lo que será recordada siempre, es por su fascinante papel de Ilda Lund en "Casablanca". Los nazis iban de gris, ella vestía de azul.

miércoles, 26 de agosto de 2015

San Juan Chamula, el pueblo de los adictos a la Coca-Cola.


             San Juan Chamula es una pequeña población situada a unos 10 kilómetros de San Cristóbal de las Casas, en Chiapas. Esos 10 kilómetros separan dos mundos situados a siglos de distancia. Los turistas están muy presentes en ambas ciudades, pero mientras en San Cristóbal campan a sus anchas, disfrutando de las comodidades del mundo civilizado, mezcladas con una dosis apropiada de exotismo indígena, en San Juan Chamula parecen perdidos, incapaces de asimilar el halo de misticismo tzotzil que este pueblo ha mantenido intacto, pese a la llegada de los viajes organizados. Tal vez, ninguna de estas ciudades sea una rosa silvestre, pero sigue habiendo diferencia entre las rosas de invernadero y las rosas de plástico.
         El punto neurálgico de la vida en Chamula es su iglesia. Hasta llegar a ella, debemos cruzar una plaza ocupada por mujeres mayas, que intentan vendernos sus productos artesanales. Muchas van acompañadas de sus hijos. Apenas se ven hombres soportando el sol que cae a plomo sobre la plaza.
         Al entrar en la iglesia, uno se ve transportado a otro universo. En un suelo inundado de agujas de pino, hay mujeres y hombres (en este caso hay mayoría de hombres) que se emborrachan con Pox o beben vaso tras vaso de Coca-Cola, todo ello entre el humo que se desprende de las incontables velas que abarrotan el templo. También vemos varios huevos y gallinas que pronto serán sacrificadas. Todos estos elementos forman parte del ritual tzotzil, por el que se pide a los santos la sanación de los seres queridos. La atmósfera se vuelve aún más misteriosa y casi onírica, gracias a los acordes de la hipnótica melodía que sale de un acordeón, mientras un chamán con una chaqueta de piel de oveja, dirige una especie de rezo en un algún idioma maya. Cerrando los ojos, me siento cerca de Carlos Castaneda, flotando entre “Las enseñanzas de Don Juan”. Desde luego, no me siento en una iglesia católica, pero así es, por increíble que parezca.
          Nos cuentan que hace años la iglesia se incendió y los feligreses culparon a los santos, poniendo sus numerosas figuras boca abajo como castigo. No sé si será verdad, pero creo que es más que probable.
          Al salir del templo, el sol sigue brillando con rabia en el cielo. Veo a un anciano vendiendo CD´s grabados con la extraña melodía que acabo de escuchar e inmediatamente me compro uno. Extrañamente, me recuerda a algunas canciones de la Velvet Underground por su cadenciosidad narcótica, derivada de su estructura reiterativa.
          Nos vamos sin fotos de la iglesia, tal y como mandan sus normas. Al echar un último vistazo, pienso que no hace falta; nunca me olvidaré de San Juan Chamula, el pueblo mexicano de los adictos a la Coca-Cola.


martes, 25 de agosto de 2015

Cornell Woolrich

              “La novia vestía de negro” es una de las películas que más me ha impactado en mi vida. La primera vez que la vi, apenas era un crío de 10 años. Recuerdo especialmente el shock que me causó una de las muertes de la película; un hombre que se ha encerrado en una pequeña habitación jugando al escondite, es atrapado por su amante, que busca venganza por el asesinato de su marido el día de su boda, del que él es uno de los responsables. Sin saber la razón, ve como la luz que se filtra por la puerta se va apagando y comprende que se están tapando todas las rendijas, taponándose cualquier posible entrada de oxígeno. Presa del pánico grita, pero nadie le responde.
           Probablemente no sea una escena muy adecuada para un niño, pero por esa misma razón ha permanecido imborrable en mi memoria. Fue mi primer contacto con Truffaut, mucho antes de que me enamorara perdidamente de “Los 400 golpes”. Por supuesto, entonces no sabía quién era Cornell Woolrich (también conocido por su seudónimo de William Irish), autor de la novela que había inspirado a Truffaut su personal adaptación cinematográfica de los crímenes de la “viuda negra”.
           No puedo opinar sobre el libro de Cornell Woolrich, porque no me gusta opinar sobre los libros que no he leído. Sí puedo recomendar su breve novela negra “Marea roja”, así como sus relatos cortos, recogidos por Alianza Editorial, en volúmenes como “En el crepúsculo” o “Los sanguinarios y los atrapados” (de este último, me cautivó especialmente su relato “Una noche en Barcelona”). Autor clásico de novela negra, teñía sus obras con un cierto arrebato romántico y una bruma fantasmagórica, que lo acercaba a los autores de la novela gótica, siendo incluso comparado con Edgar Allan Poe.
           Si su obra es interesante, no lo es menos su vida. “Disfrutó” de un matrimonio digno de entrar en el libro Guinness por su brevedad; su matrimonio con Gloria Blackton apenas duró unas semanas, exactamente hasta que ella descubrió su diario, en el que detallaba sus múltiples aventuras homosexuales. Tras su divorcio, se mudó de Hollywood a Nueva York, viajando por Europa acompañado de su madre, hasta que ella falleció en 1957. A partir de entonces, se refugió en una habitación de hotel, negándose a salir ni a recibir a sus amistades, dedicado solo a beber y a escribir. Su estado empeoró aún más cuando tuvieron que amputarle una pierna que se había gangrenado, postrándole en una silla de ruedas. Esta situación le inspiró el relato que sirvió a Hitchcock para rodar su maravillosa película “La ventana indiscreta”. Los más crueles dirán que “no hay mal que por bien no venga”.
           Murió en la habitación de hotel donde estuvo encerrado durante 11 años. Mutilado. Alcoholizado. Solo. 


viernes, 21 de agosto de 2015

Un café en Falls Road

          Una pequeña calle separa Falls Road de Shankill Road, en Belfast. Probablemente sea una de las calles menos transitadas del mundo.
        Ambas calles son mundos opuestos, enfrentados durante demasiados años a la incomprensión y al odio mutuo. A un lado del muro, hay pintadas banderas irlandesas, acompañadas de otras de la Segunda República Española, ikurriñas, proclamas contra el apartheid en Sudáfrica o en defensa de la causa palestina; del otro, grandes murales con la Union Jack y la Reina de Inglaterra. Hasta ahí las diferencias. Las semejanzas; la clase obrera a la que pertenecen los habitantes de ambos lados del muro y el mismo cielo gris amenazando con romper a llover sobre sus cabezas.
 Sin embargo, el odio no era exclusivo de los militantes de un bando hacia los del otro. Tanto en las filas republicanas como en las de los paramilitares lealistas se produjeron numerosos asesinatos entre miembros de las distintas facciones. Desde que en 1970, el IRA y el Sinn Féin se separan entre los “Oficiales” (también conocidos como el “Red IRA”) y los “Provisionales”, fueron varios los asesinatos y enfrentamientos entre militantes de ambos grupos. Con el paso de los años, siguieron produciéndose diferentes escisiones (INLA, IPLO, IRA Auténtico, IRA Continuidad, etc.), dando lugar a una sopa de siglas que nos recuerda a la famosa escena de los Monty Python en “La vida de Brian” protagonizada por los seguidores del Frente Judaico Popular (¿o eran del Frente Popular de Judea?). Como en esos juegos de muñecas rusas, del interior de un grupo surgía otro más pequeño y entre ambos se producía una lucha encarnizada, olvidados de su pasado como compañeros de armas. Lo mismo ocurrió entre los paramilitares lealistas; UVF, UDA/UFF, LVF, Red Hand Defenders, etc., se dedicaron a asesinarse mutuamente, en una guerra despiadada por liderar la causa.
Decido adentrarme en Shankill Road. En esta pequeña calle obrera de Belfast hay más Union Jacks que en todo Londres. Solo un local de aficionados de la selección de fútbol de Irlanda del Norte (apoyada mayoritariamente por los unionistas), te recuerda que sigues en la isla de Irlanda. Incluso me reciben algunos Caballeros de la Orden de Orange, bombín y bastón  incluidos. Recojo velas y vuelvo a dirigir mis pasos hacia Falls Road. Entro en una taberna irlandesa, cerca de la sede del Sinn Féin. Va a comenzar un partido del Celtic y ya hay varios parroquianos dando cuenta de sus cervezas. Yo pido un café con leche, que la camarera me sirve de una pequeña cafetera eléctrica. Me ofrece unas galletas, que acepto encantado. Me pregunta de dónde soy y al oír mi respuesta uno de los hombres que esperan a que empiece el partido se gira y me pregunta cuál es mi equipo de fútbol. Le respondo que soy seguidor del Mallorca y del Athletic, y que además me encanta el Celtic. Me dice algo que no entiendo y acaba con un “Gora ETA”. Le digo “no” y por mi cara de desaprobación comprende que se ha equivocado conmigo. Apuro mi café y pido la cuenta. Sorprendido, escucho como la mujer que atiende la barra me dice que no tengo que pagar nada. Insisto, pero me contesta muy resuelta que ella está bebiendo de la misma cafetera y que estoy invitado, deseándome un buen viaje. Agradecido salgo a la calle, perplejo ante semejante gesto de amabilidad, difícil de encajar en un contexto en el que aún se respira tal grado de tensión y hostilidad. 
        Un sol débil se ha abierto paso entre las nubes y brilla tímido en el cielo. Parece que, de momento, no volverá a llover.

          

miércoles, 19 de agosto de 2015

Family y los artistas efímeros que se convirtieron en eternos




       Raymond Radiguet, Arthur Rimbaud, John Kennedy Toole, Jean Vigo, Iván Zulueta, Charles Laughton (en su faceta de director); artistas que triunfaron con solo una o dos obras y cuya influencia fue creciendo en las generaciones posteriores, hasta convertirse en obras de culto. Algunos se murieron pronto, otros decidieron dedicarse a otra cosa, otros, simplemente, no pudieron seguir con su trabajo. En el caso del pop español, el ejemplo más claro de esto es Family, con su único disco "Un soplo en el corazón". Imposible elegir solo una canción, pero una de las que más me gusta es "El bello verano" (título también de la maravillosa novela de Cesare Pavese). La duda que nos queda, es qué habría sucedido si hubieran seguido juntos. No lo sabemos, pero este disco es tan perfecto que uno nunca se cansa de escucharlo.

Barbara Dane

      Barbara Dane es uno de esos pocos espíritus libres que surgen de vez en cuando. Activista social comprometida con la izquierda, fue el primer músico de Estados Unidos en hacer una gira por Cuba tras su revolución, se manifestó contra la guerra de Vietnam, apoyó causas como la defensa de los derechos civiles y las luchas de los mineros, y grabó canciones como I Hate the Capitalist System”, Working Class Woman” y el desgarrador himno de R&B “I´m On My Way”.
      Barbara Dane, una negra con la piel blanca.


      

La caída de la comedia romántica


       Acabo de ver "Matrimonio original", la única comedia romántica que rodó Alfred Hitchcock y que nada tiene que ver con el resto de la filmografía del "maestro del suspense". No es que sea una obra maestra, pero se deja ver bastante bien, es divertida, ágil e ingeniosa. Y además puedes disfrutar de Carole Lombard.
      Me ha dado por pensar y creo que este género ha sido uno de los que más se ha devaluado. Ha ido despareciendo la elegancia, la inteligencia y la modernidad de clásicos como "Historias de Filadelfia" y "La costilla de Adán" de George Cukor; "La fiera de mi niña" y "Luna nueva" de Howard Hawks; "Una mujer para dos" y "Ninotchka" de Ernst Lubitsch; "Sucedió una noche" y "Vive como quieras" de Frank Capra; "Me casé con una bruja" de René Clair; "Las tres noches de Eva" de Preston Sturges; "Medianoche" de Mitchell Leisen; o "Al servicio de las damas" de Gregory La Cava. En su lugar, se ha impuesto lo cursi, lo zafio y una falsa irreverencia provocadora, que, a menudo, esconden un conservadurismo de lo más rancio. 
 
      Por supuesto, siempre hay excepciones, y en todas las épocas se han hecho grandes comedias románticas ("Sueños de un seductor", "Annie Hall", "Cuando Harry encontró a Sally", "Mejor... imposible", etc.), pero la única que recuerdo que me ha enamorado en los últimos años es "Midnight In Paris". Y Woody Allen es un caso aparte.






Enrique Meneses

      El último día y a última hora, pero he llegado a ver la exposición "Enrique Meneses. La vida de un reportero". Un viaje a través de las fotografías de un aventurero-periodista, que fue el único que pudo sortear el bloqueo a la prensa de Batista, consiguiendo llegar hasta Sierra Maestra, donde los "barbudos" estaban preparando la revolución; capaz de emprender un viaje a través de África, en busca de una bella mujer nuer de la que se había enamorado un amigo; capaz de entrevistar y fotografiar a grandes estrellas del cine y del pop, retratando al João Gilberto más triste, después de que Astrud le abandonase por Stan Getz; capaz de captar la grandeza de Vivian Malone y James Hood, los primeros estudiantes negros de la Universidad de Alabama, que se enfrentaron a los prejuicios de una sociedad enferma de racismo; capaz de mostrarnos la esencia de dos mundos antagónicos, representados por el glamouroso Kennedy y el campechano Kruschev; capaz de escribir un libro tan maravilloso como "África, de Cairo a Cabo". En fin, un periodista de raza, de los que aman su oficio, que como Kapuściński, John Reed o Chaves Nogales, se dedicó a investigar las noticias allí donde se producían, aunque fuera en la otra punta del mundo y estuvieran rodeadas de peligro. Periodistas como Antonio Pampliega, José Manuel López, y Ángel Sastre, recientemente secuestrados por el ISIS, son de esta misma escuela. Gracias a ellos podemos estar informados sobre guerras y conflictos, que de otro modo, caerían en el silencio y el olvido.
      P.D.: La fotografía es de Enrique Meneses, con Celia Sánchez y Vilma Espín, en Sierra Maestra.

Spokane

        Algún día, me gustaría hacer un viaje recorriendo las ciudades estadounidenses con los nombres más exóticos. La ruta será:
      Tallahassee – Mobile – New Orleans - Baton Rouge – Chattanooga -Tulsa – Amarillo – Wichita – Topeka – Des Moines – Sioux Falls - Omaha – Cheyenne – Boise - Spokane.
      Seguramente, me hartaré de ver polígonos industriales y la mayoría de esos lugares me decepcionarán, pero es difícil resistirse a nombres tan sugerentes. De hecho, creo que es la principal razón de la fascinación que los norteamericanos sienten por la carretera. Uno piensa que en una ciudad llamada Spokane podría suceder cualquier cosa.